jueves, 18 de septiembre de 2014

La masturbación ¿culpable o inocente?

¿Pecado o comportamiento natural? ¿Culpable o inocente? Hoy sentaremos en el banquillo de los acusados a la práctica de la masturbación, y la cuestionaremos hasta llegar al fondo de este asunto. ¿Ha sido catalogada como pecado injustamente todo este tiempo, o verdaderamente lo es? Veremos los argumentos de los que la defienden como una acción natural, y de quienes la consideran pecado.
Comencemos:

Defensor: Mire usted señor juez: no existe un solo versículo en la Biblia que la mencione, ¿cómo podríamos decir entonces que Dios la prohíbe?

Acusador: Es cierto señor juez, no hay un categórico “no os masturbaréis” en las escrituras, pero la Biblia es muy clara en cuanto al peso de la inmoralidad sexual (1 Corintios 6:9) ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, que incluye la lujuria y la lasciva (uso ilícito de los deleites carnales según la RAE). Ahora bien, seamos honestos; en el momento de masturbarse, ¿quién puede separar lo que está haciendo con sus manos de lo que pasa por su mente? La lujuria difícilmente se puede separar de la masturbación.
Defensor: El cuerpo tiene necesidades sexuales que Dios colocó en el ser humano desde la adolescencia. ¿Cómo se supone que deberían ser satisfechas si no se está en edad de casarse? Si no se satisfacen de manera individual, lo harán con alguien más, fornicando.

Acusador: Es cierto, las necesidades sexuales son legítimas, pero no se supone que debamos suplirlas de formas ilegítimas. La única forma legítima que Dios provee cuando te estás quemando, se llama matrimonio (1 Corintios 7.9) y si no estás ni siquiera en planes de casarte, lo ideal sería concentrarse en explotar toda la creatividad, energía y fuerza de la juventud en el bien de otros, mientras literalmente escapas de situaciones que te lleven a cometer algún pecado sexual.

Defensor: Al menos un 98% de las personas se han masturbado o se masturbarán, y este porcentaje nos incluye a usted, a mí, y a quienes nos están leyendo en este momento, es decir, a nuestro jurado. ¿Por qué un comportamiento tan natural inherente al ser humano sería pecaminoso?

Acusador: Es cierto, señor juez, señor defensor y jurado lector. Es un comportamiento propio del ser humano, así como el mentir o el maldecir, pero quiero decir señor juez, que nuestro jurado está compuesto de personas nacidas de nuevo, que entienden la diferencia entre la naturaleza carnal y la espiritual, y tienen un estándar moral más elevado, entienden que lo más conveniente es renunciar a sí mismos por amor a aquel que renunció a su divinidad para salvarlos (Romanos 12.1). Saben que pueden hacer todo lo que les plazca, pero están conscientes de que no todo les conviene (1 Corintios 10.23), y conociendo que el placer sexual está para ser disfrutado a plenitud en pareja, y específicamente en el matrimonio (Hebreos 13.4), ¿por qué hacer uso de la masturbación?

Juez: ¿Algún último argumento por parte de ambos?

Defensor:
Usted, señor juez, el acusador y yo lo hemos hecho. ¡No lo niegue! Todos los varones lo hemos hecho, y la gran mayoría de las mujeres lo hacen, según diferentes estudios. Es parte de nuestra naturaleza. No juzguemos a quienes lo hacen. Jesús nos manda a no juzgar para no ser juzgados. Lo que hagamos con nuestros cuerpos en privado, Dios lo ve. Yo no creo que masturbarse sea tan grave como fornicar.

Acusador:
Llamemos a las cosas como son, señor Juez. Es cierto que yo lo he hecho, es cierto que Dios lo ha visto, pero también es cierto que no es algo de lo que me sienta orgulloso. No es algo que quisiera contar a mis padres, ¡o a mis hijos! ¿Usted lo aconsejaría a sus hijos, o a sus familiares? Eso nos da una pista de la naturaleza de esta acción pues todo lo que no se hace con la convicción que da la fe, es pecado. (Romanos 14.23).

Juez: Muchas gracias señores, que sea el jurado (nuestros lectores) los que decidan si la masturbación es o no pecado.

Escrito por Braulio Barquero | Fuente: resetmagazine.org

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