lunes, 22 de septiembre de 2014

DIRIGIENDO LA ALABANZA EN MEDIO DEL DOLOR

Foto por Lester Alvarez Fotografia
Me parece que dirigir alabanza es una actividad inquietamente íntima – un intercambio de mis emociones más íntimas delante de los demás. Cuando empecé a ser el líder de alabanza, el centro del escenario, responsable de lo que se cantaba, me sentí desnudo y expuesto mientras derramaba mi corazón. Fue difícil para mí estar verdaderamente vulnerable y expresivo delante de los demás. Era una sensación incómoda para mí. Ha sido una lucha recurrente cuando estoy adorando, mientras que otros están mirando.

Qué difícil es dirigir alabanza en tiempos de quebrantamiento personal. Durante las temporadas oscuras de la vida, sentía que ese sentimiento de estar expuesto se acentúaba aún más. Estoy seguro de que has tenido momentos como este – esas veces que hubieras deseado estar en otro lugar menos estar dirigiendo a otros en adoración. Momentos donde no puedes soportar la idea de que alguien viera lo que está sucediendo en tu propia alma.

Ponle el nombre que quieras a esa situación:

- Injusticia de parte del liderazgo.

- Tristeza por el rompimiento de una relación de noviazgo.

- Tristeza por la muerte de un ser querido.

- Depresión.

- Frustración por el mal trabajo del equipo.
En algún momento de nuestra vida tendremos que lidiar con cuestiones de la familia, dificultades y conflictos en el ministerio, el agotamiento o relaciones conflictivas. Cualquiera de estos (y más) puede hacer que el dirigir a los demás en adoración se convierta en  un desafío extremo. A lo mejor no se trata que no nos sentimos con ganas de adorar a Dios nosotros mismos, aunque a veces eso puede ser cierto también, sino que, sencillamente, no nos sentimos capaces de llevar a nadie más en ese momento. La culpa que esto causa sólo puede profundizar los sentimientos de desesperanza que podríamos sentir.

Confieso que he tenido momentos en mi vida donde desearía estar sentado en la última fila, anónimo, capaz de simplemente sentarme en la presencia de Dios sin la presión de liderazgo. Han habido momentos en que quería huir de liderazgo, cuando subía a la plataforma me dolía. El adorar en frente de los demás me parecía imposible, me sentía como un hipócrita y fracasado, vacío y destrozado, en pocas palabras no tenía nada que dar.

Es difícil ponerse de pie delante de la gente y dirigir con confianza y vulnerabilidad al mismo tiempo. Durante la depresión, dirigir alabanza es misión imposible, cuando los problemas familiares persisten, un líder puede sentirse como un hipócrita dirigiendo a otros. Si has luchado con cualquiera de ellos, debes saber que no estás solo. He estado allí.

El haber caminado y dirigido durante tiempos de profundo quebrantamiento me ayuda a compartir contigo algunas de las cosas que Dios con amor y gracia me enseñó:

1) Recuerda que no estás solo. Todos los ministros y líderes pasan por momentos difíciles. Encuentra a un amigo en el ministerio fuera de tu propia iglesia para compartir si es posible. Necesitas apoyo, aliento y las oraciones de un compañero en el ministerio.

2) Asegúrate de cuidar tu propia alma. Trabajar más duro no te ayudará. Tampoco ignorar tus emociones. Necesitas pasar tiempo a los pies de Jesús por el bien de tu propia alma y la relación con Cristo. No podrás dirigir a alguien si no te estás dirigiendo a ti mismo en primer lugar. Pasa tiempo en adoración personal. Busca tiempos tanto para la adoración personal como congregacional en la que no eres responsable de dirigir. Tómate el tiempo para un retiro personal para que puedas estar a solas con Dios. Si tu depresión o dificultad es grave, tal vez un consejero cristiano sería un paso prudente para ti. Si necesitas un pequeño descanso, utiliza tus días de vacaciones para escaparte y ser rejuvenecido. Haz que otro miembro del equipo dirija en lugar tuyo. Vete a tomar una siesta,  eres responsable de cuidarte a ti mismo. El mejor regalo que le puedes dar a tu iglesia es que estés sano.

3) Decide perdonar. Muchas veces en el ministerio, nuestro dolor viene de la propia iglesia. Es triste decirlo, pero es indudablemente cierto. El perdón es crucial para nuestra salud espiritual y relacional. He aprendido por las malas que no puedo complacer a todos, pero puedo esforzarme a ser cariñoso y amable en mis respuestas. El perdón es una necesidad para todos,  el no hacer frente a las situaciones difíciles puede dar lugar a la amargura y cinismo en los corazones del líder.

4) Permite que el quebrantamiento y desesperación te lleve hacia Dios.
Busca a Dios con todo tu corazón. El regalo del quebrantamiento es una desesperación por Dios que nos puede permitir un movimiento más profundo del Espíritu en nuestro caminar con Cristo. En cuanto a mí, doy gracias a Dios por haber estado roto, ya que revolucionó mi vida con Él.

5) Mantente aunténtico.
En tu caso podrías tener la oportunidad de compartir con tu equipo, el liderazgo, e incluso tu iglesia cómo tus luchas están impactando tu alabanza y tu propio viaje espiritual. El compartir un Salmo en el que te has refugiado, admitiendo que a veces es difícil adorar y que luchas como cualquier persona, puede hablar más fuerte a aquellos a los que diriges. La gente puede relacionarse con quebrantamiento más fácilmente que  con la perfección.

6) Recuerda que la fidelidad habla en voz alta. Cuando eliges dirigir en medio del dolor, este sacrificio de alabanza no solo hace algo elemental en tu propio corazón, también modela algo significante a tu iglesia – que nuestra adoración no depende de cómo nos sentimos, hacemos oír la voz de su alabanza en toda circunstancia. ¡Qué testimonio cuando un líder opta por permanecer fiel a través de tiempos difíciles! Este hace brillar la luz de Cristo aún más fuerte.

La verdad es que todos vamos a tener días y estaciones donde el dirigir alabanza es simplemente difícil. Luchando bien a través de estos momentos de nuestra vida puede ser la enseñanza más vívida que tengamos. Al poner nuestras propias vidas como ejemplo de lo que significa alabar a Dios a través de las tormentas, las incertidumbres, los miedos, el dolor e incluso la pérdida de la vida, demostramos con nuestras vidas lo que creemos acerca del amor y el carácter del Dios que servimos.

Fuente: directordealabanza.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo me identifico como esa persona, es bastante dificil, pero el respaldo de Dios es lo máximo, wao!!!!!