miércoles, 18 de diciembre de 2013
ERA UNA GRAN NOCHE Y SIN EMBARGO... NO HUBO FUEGOS ARTIFICIALES
Una noche sin espectáculo de fuegos artificiales para un gran comienzo.
A muchos nos seduce la idea de la manifestación de Dios en términos fenomenológicos. Y sí; Dios se puede manifestar como él quiera. Él es soberano y omnipotente.
Sin embargo, llama mi atención que la noche que marca un gran comienzo para la historia de la humanidad, estuvo exenta de fuegos artificiales o de un espectáculo pirotécnico que llenara los cielos y ruborizara la tierra. Esa noche, en la ciudad de Belén, los acontecimientos fueron discretos, duros, dolorosos, angustiosos para dos personas que tenían más preguntas que respuestas. José y María debían estar cautelosos y con temor, cuando no se encontró lugar en la sala de partos de la ciudad y fueron a dar con su humanidad en el hostil suelo de un pesebre. Ellos debieron estar preocupados por la condición de María, sin experiencia natal (primeriza), por los dolores y la incomodidad, por la falta de un lugar adecuado, por la crudeza del momento que debía ser maravilloso. Imagine a un hombre que es incapaz de proveer lo mínimo en condiciones de confortabilidad para que su esposa entrara en labor de parto. Yo no lo quiero imaginar. Ignoramos si recordó las palabras del ángel en ese instante [Seguir Leyendo...]
A muchos nos seduce la idea de la manifestación de Dios en términos fenomenológicos. Y sí; Dios se puede manifestar como él quiera. Él es soberano y omnipotente.
Sin embargo, llama mi atención que la noche que marca un gran comienzo para la historia de la humanidad, estuvo exenta de fuegos artificiales o de un espectáculo pirotécnico que llenara los cielos y ruborizara la tierra. Esa noche, en la ciudad de Belén, los acontecimientos fueron discretos, duros, dolorosos, angustiosos para dos personas que tenían más preguntas que respuestas. José y María debían estar cautelosos y con temor, cuando no se encontró lugar en la sala de partos de la ciudad y fueron a dar con su humanidad en el hostil suelo de un pesebre. Ellos debieron estar preocupados por la condición de María, sin experiencia natal (primeriza), por los dolores y la incomodidad, por la falta de un lugar adecuado, por la crudeza del momento que debía ser maravilloso. Imagine a un hombre que es incapaz de proveer lo mínimo en condiciones de confortabilidad para que su esposa entrara en labor de parto. Yo no lo quiero imaginar. Ignoramos si recordó las palabras del ángel en ese instante [Seguir Leyendo...]
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Reflexiones
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