miércoles, 12 de marzo de 2014

Esta palabra de vida nos levanta, nos conforta, nos consuela, nos da esperanza, nos alimenta (Reflexión)

Así dice el Señor: ‘Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo’”. Is. 55: 10, 11.

Sencillamente hermoso. La Palabra de Dios tiene un propósito en cada vida, o tal vez varios, muchos propósitos. Cada mensaje sale tocando destinatarios con el misterio de la voluntad del Padre, con la sorpresa de lo llegado inesperadamente. La Palabra de Dios recoge la historia del pueblo de Israel y narra otras historias, cuenta el divino nacimiento de Jesús y su misión, habla de profecías, exalta el nombre de Dios; es un coctel de géneros literarios. 
Podemos decir mucho sobre ella, pero todo lo que encierra, todo lo que muestra, todo lo que cuenta, llega a nuestras vidas con propósito; es como una semilla destinada a transformarse, como un útero gestando vida, como una lluvia que hace reverdecer la tierra.  Si de cada lectura algo aprendes, aunque sea una nueva expresión, qué no será la Palabra de Dios, dicha y hecha (o hecha  y dicha) con propósito y con el destino último de nuestra salvación.  Esta palabra de vida nos  levanta, nos conforta, nos consuela, nos da esperanza, nos alimenta.

Seccion: Tiempo Para El Alma, Listin Diario, 03/12/14

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