viernes, 8 de noviembre de 2013

El volumen, que tan alto y que tan bajo.

Un tema ignorado en muchas iglesias hoy día es el de la amplificación de la música. Siendo un tema de mucha importancia, se entiende el por qué pasa desapercibido. ¡Puede ser que nos gusta la energía que los volúmenes altos producen, o no sabemos de volúmenes y ecualización! Honestamente, yo he sido culpable de dirigir la adoración los domingos con volúmenes muy altos. Hoy me estoy dando cuenta de las consecuencias de descuidar la amplificación.

No queremos que nuestras iglesias sean conocidas por el alto volumen de la batería y la voz del líder que suenan como un martillo golpeando un clavo en los tímpanos de la congregación. Nuestro trabajo es el de ayudar a la congregación a cantar canciones de alabanza, no el de ahogarlos con un tsunami de volumen.  Al mismo tiempo, tenemos que cuidarnos de que los volúmenes no estén muy bajos. No queremos dar la impresión de que no estamos dirigiendo la alabanza.  Cuando los volúmenes están muy bajos puede ser difícil el oír la banda y eso tampoco ayuda a ver en qué dirección vamos.
John G. Stackhouse escribió una nota para las bandas de adoración donde dio cinco pautas que me ayudaron a ver la importancia de no ignorar los volúmenes en los servicios.

1.Volumenes altos son un truco barato para crear energía en el auditorio.

Entiendo el por qué él se refiere al volumen alto como un “truco barato” y en muchos casos tiene razón.  Pero también hay momentos donde los volúmenes altos nos pueden ayudar. Bob Kauflin, el director de música de Sovereign Grace Ministries, escribió en su blog Worshipmatters.com que los volúmenes altos se pueden emplear a beneficio de la congregación cuando:

a.     La congregación está escuchando, no cantando. Esto es cuando se canta una canción especial; por ejemplo, durante la Santa Cena.

b.     Estamos enseñando una nueva canción.

c.     La congregación está cantando fuerte y apasionadamente.

d.     La banda está estableciendo el tempo de la canción.

e.     El líder está dando dirección.

A mí me ayudó el ver los dos puntos de vista. Uno, que es importante no romper los tímpanos de la congregación; y dos, cuidarnos de no tener un volumen tan bajo que la congregación se tenga que acercar a la banda para escuchar la música y recibir dirección.

2. Cuando tu entonación no es muy buena, volúmenes altos sólo la empeoran.

Los músicos y cantantes están lejos de ser perfectos en sus dones. Por eso deben estar siempre pidiendo consejo de las personas que los escuchan para poder crecer y ser más efectivos. Aún nosotros pensamos que nos escuchamos bien, pero la realidad es que estamos acostumbrados a escucharnos a nosotros mismos y muchas veces nos gusta como sonamos.  Por eso el pedir ayuda en esta área es bueno porque también trae humildad.  Cuando nos desafinamos esto se escucha en los parlantes y si el volumen es alto se hace más notorio.  No estoy diciendo que tenemos que ser cantantes profesionales pero tampoco queremos distraer a la congregación con nuestra falta de discernimiento.

3. Los parlantes de muchas iglesias no aguantan tanto volumen, especialmente el bajo, la batería y el piano.

Opino que aunque este punto es bueno, no aplica a todos.  Hoy día muchas iglesias han actualizado su equipo de sonido y no sufren de este problema. Está en las manos del líder de alabanza y del sonidista el estar pendiente de que los parlantes aguanten los instrumentos que están siendo usados y que no distorsionen el sonido.  Eso también puede distraer a la congregación. Si los parlantes no pueden sostener tanto volumen, podrías considerar hablar con la persona encargada de las finanzas de la iglesia para ver si se pueden reemplazar. Si no se puede, considera bajar el volumen.

4. Hay que considerar que volúmenes altos pueden marginar los ancianos de la congregación.

Tenemos que tratar, de la mejor forma posible, incluir a todos. Esto no significa que dejemos de hacer un estilo musical o que cambiemos totalmente lo que hacemos los domingos. No todo el mundo va a quedar satisfecho. Siempre habrá personas que no le gustarán el estilo, volumen, o lírica, etc. Pero una forma de cuidar de nuestros hermanos ancianos es mesclando los estilos musicales para ayudarles a sentirse partícipes de la adoración congregacional.

5. Todos los músicos, incluyendo a los cantantes, acompañan la adoración congregacional.

Esto es de suma importancia. Tenemos que recordarnos nuestro lugar en el tiempo de la adoración.  La voz congregacional es lo que tiene que estar por encima de todos los instrumentos.  Vemos en Efesios 5:19 que dice, “hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor.” Vemos que la verdadera adoración es cuando la congregación canta a una voz al Señor.  Si no cuidamos de nuestros niveles de volumen, en vez de facilitar esto, estamos interfiriendo en la adoración. Acuérdense que cuando cantamos nos estamos ministrando los unos a los otros.

Escrito por Mauricio Velarde.

allienlacruz.com

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