martes, 17 de septiembre de 2013

Sal de la ‘Cueva’ (Reflexión)

Cada día que pasa confirmo que estoy en el mejor camino, pero de igual forma me doy cuenta de la necesidad que tiene la Iglesia de amor. Y es que la forma de vivir el evangelio en los últimos tiempos ha dado cambios drásticos, sí querido lector, vivimos un evangelio enfocado en intereses ajenos a lo que realmente quiere nuestro Padre.

Vivir resulta ser tan fácil y ser cristianos tan flexible que a veces me asusta. Caminamos lejos del concepto de libertad, esta termina convertida en una palabra más en la Biblia (¡Wau! Libertad), vemos la torpeza enredarse en su significado y… seguimos iguales.


Pregunto:

¿Dónde están los guerreros, los que son capaces de amar a su hermano más que al banco de la iglesia? – ¡qué fuerte!- Es que se nos olvida esto: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” – Mateo 5:13. ¡Nooooo! No debe ser olvidado el significado de misericordia.

Ya basta de tener al amor como una hueca metáfora. Estamos viviendo un evangelio a medias, crudo y falto de sal.

No sé cuál es el crecimiento que busca el cristiano actual

Hacer milagros
Ver derramar la gloria de Dios
Alcanzar la salvación
Hacer cosas mayores que Cristo
Todo esto está bien, pero ¿acaso no es un milagro salvar a alguien de cometer una locura por un abrazo o una llamada? ¿No se derrama su gloria en un apalabra de aliento para el que está aferrado a la muerte espiritual o física? ¿No estás más cerca de la salvación cuando te entregas sin importar que digan?

Hacer cosas mayores que Cristo…

La palabra HACER implica mucho, entre ello: acción, movimiento. Queremos hacer cosas mayores que Cristo ESTÁTICOS (vamos a la iglesia, ayunamos, oramos) ¿Y todo el resto? ¡Noooooo! Jesus ayunaba mientras caminaba, sanaba mientras caminaba. La mujer del flujo de sangre recibió la Salvación mientras Jesús andaba (Mat. 9; 20-22); la gente esperaba que si quiera la sombra de Pedro les tocara para ser sanos, y esto mientras él caminaba (Hechos 5; 15).

Congregarnos es un mandato bíblico, pero no hay otra función que fortalecernos juntos en el Señor, no es encuevarnos y dejar que el mundo muera.

¡Dios mío! ¿Dónde está el discernimiento, los dones? En la iglesia. Oh sí, “y solo los que van los domingo les sienten”.

No podemos vender el evangelio sentados en una plaza, esperando que quien le vea atractivo le compre. Debemos caminar, correr, volar, debemos ser como Cristo. Y si nuestro caminar nos conduce a la cruz; bienaventurado el que muere por la verdad.

“Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes” –Mateo 5; 12.

Seamos libres de amar a los demás tal y como nos amó Cristo Jesús. ¡Sal de la cueva!

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