jueves, 14 de marzo de 2013

Ted Bundy: Una vida normal excepto por…

El Rey David, un hombre recto delante de Dios, adulteró, engañó y asesinó dejando una maldición sobre su descendencia por mirar a una mujer (desnuda, por cierto) y desearla en su corazón. Todo comenzó con una “inocente” miradita.

El gran Salomón ya había escrito que “No se sacia el ojo de ver, ni se cansa el oído de oír” (Eclesiastés 1.8), coincidiendo con la declaración de Bundy, acerca de que necesitaba cada vez pornografía más y más explícita.

El señor Jesús dejó claro que no necesitas tener relaciones sexuales para cometer adulterio, basta con que desees a una persona en tu corazón, y listo, eres un adúltero.

Si disfrutas o toleras la pornografía, estás diciendo que apruebas que el cuerpo humano sea tratado como mercancía, y esto comienza a desvanecer el concepto que puedas tener por la dignidad con la que fuimos creados. No te engañes, cualquier cosa que alimente tus deseos sexuales de manera ilegítima devalúa tu sexualidad. La pornografía genera adicción, el consejo es claro. Escapa; “huye de la fornicación” [Seguir Leyendo]

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