Siempre he sido muy “tecnológico”. Recuerdo cuando niño haber digitado la tesis de maestría de mi mamá (en WordPerfect, por supuesto), y pedirle siempre a los profesores que me dejaran entregar las tareas impresas en vez de a mano. Cuando obtuve mi primer smartphone (un iPhone original, justo cuando salía el iPhone 4), una de las primeras aplicaciones que instalé fue el Bible App de YouVersion. Asimismo, siempre tuve la costumbre de predicar desde un iPad, logrando convencer a diversos pastores que conocía de hacer lo mismo.
El paso a lo digital
Mientras los dispositivos móviles se hacían más ubicuos, más me encontraba leyendo la Biblia en uno de estos devices. Hace muchos años hice el cambio de la Reina Valera 1960 a La Biblia de Las Américas, una versión reconocida por ser más fiel a los textos originales, con menos poesía y de lectura más fácil para el lector moderno. Este fue un cambio muy bueno para mí, pero LBLA no tiene la misma versatilidad de ediciones que RV60 tiene, y era (por lo menos en mi país) bastante difícil de encontrar. La situación es todavía peor para la versión que más utilizo hoy en día, NBLH, que es LBLA sustituyendo el vosotros por ustedes: de esas solo he encontrado una edición en físico.